Mi generación femenina

por Melina Valdelomar

Ilustraciones por Laura Astorga

Todos los occidentales del mundo tenemos nuestra Generación, en esa manía sin límite del ser humano hacia la nomenclatura.

Entiendo que los baby boomers son mis padres, mis abuelos. personas de la guerra y postguerra de la segunda mitad del siglo pasado. Todos amparados en el trabajo, en crear familia, en morir por la compañía. Después nació la generación X, mis tíos menores, los hermanos mayores, inclusive yo entro ahí, en los nacidos entre los setentas y ochentas. Conejillos de indias de una modernidad falsa. Hijos de la pintura con plomo y el Fast Food. 

Y ahora, los millennials, nuestros hijos o hermanos menores, emancipados de muchos rituales sociales y tradiciones. Acostumbrados al poder de un click, al cordón umbilical digital.

En ese afán de etiquetas, donde a gritos pedimos: ¡defíneme!, ¡dime quién soy!, aparece esta nueva sub etiqueta: el Xenial, y ahí vi un espejo. No soy de los que viven de rituales, pero los respeto y/o entiendo, también soy parte del experimento social de los "X" y a la vez soy la base esencial, la masa madre que mueve hoy a los digital babys. No nací con el internet, él creció con nosotros.

Encontré un lugar en el catálogo. Ya puedo marcar una casilla.

texto.png

Si realmente quiero encontrar el espejo más exacto, le incluyo una subetiqueta a la sub etiqueta: ser Mujer Xenial Costarricense. Somos una generación híbrida de diferentes vivencias y cambios sociales, que nos han ido moldeando:

  • Evolución de las toallas sanitarias: Las Xenials fuimos las primeras en ver cómo al fin nuestros calzones no quedaban siempre ensangrentados en los costados. Vivimos el boom de la reingeniería de la toalla sanitaria, al sumarle "alas". Lejano quedó comprender a las baby boomers con sus pañales de tela, pero vivimos con las X las toallas sanitarias Serena, las únicas que existían, y hoy podemos chocar nuestras copas menstruales con las millennials.

  • Menstruación y empatía: Mis abuelas nunca pudieron hablarme de la menstruación. Mi mamá jamás le preguntó. Mi bisabuela, cuando supo que lloraba por que me vino la regla la primera vez, me mandó castigada por llorar estupideces. La menstruación era eso de lo que no se hablaba. Si comprabas toallas en la pulpería te lo envolvían en papel periódico. En los años noventas cuando era adolescente, mágicamente dejó de ser tabú. De pronto a los 15 ya podíamos decir que teníamos dolor de ovarios y todos se simpatizaban con vos y recibías chineos. Mi teoría es por la recién estrenada publicidad de las toallas sanitarias, donde ponen líquidos azules y romantizan el sangrerío y la dilatación de órganos que es a veces. Las chicas hacen de todo sin pensar en el SPM gracias a Dorival. Las Millennials pueden comprar toallas sanitarias en la sodas de la U, pueden elegir diferentes dispositivos de contención amigables con el ambiente. 

 
lilita.png
  • Mujer taxista : Nosotras vivimos la inserción de las mujeres en todas las profesiones. La mujer taxista, la mujer árbitra, la chófer del bus. Fueron las "X" ya incómodas, que desafiaron a los gremios más machorros y abrieron brechas laborales. Nosotras las vimos y empezamos a soñar diferente. Seguras que podíamos hacerlo todo. Hoy las millennials te gritan: ¡Mismo trabajo, mismo salario!

prueba setie 3.png
  • Mujer política: Para las Boomers, la mujer líder era la Primera Dama saludando con su manita como la Tica Linda. Repartiendo leche a las pobrecitas madres. Aún de niña, mi figura política femenina era Margarita Penón, la señora detrás del trono. Junto con la apertura de las profesiones, se empezaron a ver magnos ejemplos: una Boomer Elizabeth Odio nos empieza a dar otra imagen. Mis contemporáneas tuvimos a una Eva Carazo, con quien se compartía gritos en las calles. Empezamos a ver regidoras, diputadas, a oír por primera vez la igualdad de género en puestos de mando. Las millennials ya vivieron tener una presidenta, y hoy vivimos una diversa representación femenina que ya toca casi todos los grupos sociales, credos y tendencias.
     Y aún así, no tenemos la sensación de poder. Las decisiones importantes de nuestro género, las sigue tomando un panel de hombres. 

  • Tus malditos piropos: La fábula es clásica, desde 1950 Disney la pasaba y aún en 1985 los niños y niñas disfrutamos de los animados: El lobo mira a Betty Boop o alguna chica voluptuosa de largas pestañas que canta en un escenario, y este empieza a jadear y aullar, saca su lengua grande y rosada que se enrolla como un soplador de cumpleaños, los ojos se le salen y explotan en forma de corazón. No se puede controlar ante la belleza de la mujer.
    Por décadas los "piropos" eran parte de la vida de la mujer. Un borracho una vez le agarró el trasero a mi madre, le gritó hijueputa y siguió jalando a sus hijas pequeñas. Hoy las milennials lo llaman Acoso Sexual Callejero y saben que pueden hacer algo al respecto. El lobo que jadea está mal. El acosador eres tú. 
    Aprendimos a reconocer el sexismo, empezamos a incomodarnos. Mi mayor repulsión y miedo era pasar por una construcción con mi hermana en minifalda, y a quien odiaba era a ella por ponerse esas enaguas. 

  • Muerte a la Tica Linda: las niñas del 2010 no saben qué es ser la Tica Linda. Nosotras Xenials nos burlábamos de la Tica Linda. Las ̈ X ̈ querían ser la Tica Linda. Las Boomers querían ser e inventaron la Tica Linda. Veo evolución. 


Hace poco en una reunión virtual alguien preguntó cómo se llamaba la generación antes de los boomers y nadie sabía. No sé si en ese tiempo, hace un siglo, nadie se ponía en esas pendejadas de nombrar generaciones para venderles publicidad y encasillarnos para que el algoritmo nos exponga productos en nuestras constantes pantallas. 

Desde antes de ese tiempo a las mujeres nos violan y matan solo por ser mujeres. Hemos hecho todo con miedo. Con miedo salimos de la casa, trabajamos, amamos, nos educamos.

Sobrevivir al miedo lo tenemos en común todas las mujeres desde la prehistoria hasta nuestros días.  

Eso no ha cambiado y eso lo cambia todo.